Radiología intervencionista, un paso adelante para el diagnóstico y tratamiento del cáncer

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Desde su inicio, la radiología intervencionista ha permitido realizar procedimientos que anteriormente no eran posibles sin incisiones. Se ha demostrado que estos procedimientos guiados por imágenes originan menos complicaciones, recuperaciones más rápidas y costos más reducidos.

Y dentro de la radiología intervencionista, el campo de la oncología intervencionista ha dado un paso adelante centrándose en técnicas de intervención para el diagnóstico y tratamiento del cáncer.

La adquisición de biopsias de tejido, la ablación de tumores y la administración de agentes nocivos para los tumores a través de catéter son hoy una realidad gracias a los avances tecnológicos en tratamientos guiados por la imagen y  el diseño de dispositivos aplicados a la oncología.

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Técnicas de intervención

Actualmente, las técnicas de imágenes tomográficas transversales (tomografía computarizada (TAC), técnicas de resonancia magnética (MR), la tomografía por emisión de positrones combinada con tomografía computarizada (PET / TAC) y tomografía computarizada por emisión de fotón único combinada con tomografía computarizada (TAC) (SPECT / TAC)) pueden utilizarse para guiar y monitorizar terapias de intervención oncológica.

Las imágenes médicas en la oncología intervencionista se usan de forma diferente que en la radiología de diagnóstico. En general, la radiología de diagnóstico requiere imágenes de la más alta calidad para realizar los diagnósticos, que puede requerir más tiempo de imagen y mayor dosis de radiación. En comparación, las imágenes médicas durante un procedimiento de intervención oncología proporcionan una calidad de imagen suficiente para visualizar el tumor que se debe intervenir, las herramientas de intervención y las estructuras circundantes importantes cerca del tumor y a lo largo la ruta planificada del dispositivo que se coloque. También sirven para retroalimentar la imagen de la terapia, preferentemente en tiempo real, a disposición del médico radiólogo en la sala de intervención.

Finalmente, estas imágenes permiten un mejor acceso al paciente tanto por el médico radiólogo que realiza la intervención como por otro personal de atención médica, por ejemplo, anestesista y personal de enfermería que deban atenderlo durante el procedimiento.

La precisión de las imágenes

Desde el punto de vista funcional, en la oncología intervencionista, se han conseguido ventajas muy destacables. Entre ellas está la evaluación previa de estudios de imágenes existentes para planificar la intervención, el uso de las imágenes durante el procedimiento para guiar la administración con aguja o catéter y el control de los cambios en el tejido causados por el tratamiento durante el procedimiento. Por otro lado, también ayudan a realizar ajustes durante el procedimiento de intervención y la valoración de la efectividad del procedimiento y la necesidad de una intervención mayor.

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Buenos resultados clínicos 

Hasta ahora se han desarrollado diversas técnicas de intervención oncológica para tratar tumores malignos hepáticos secundarios, metástasis de cáncer de mama y tumores malignos neuroendocrinos, consiguiendo resultados clínicos prometedores.

Por ejemplo, en la enfermedad hepática metastásica, causa más común de muerte en pacientes con cáncer, solo alrededor del 5% de los pacientes son susceptibles de ser intervenidos quirúrgicamente, considerándose este proceso como el único curativo.

Con las técnicas de intervención oncológica desarrolladas hasta el  momento, ya se obtienen beneficios significativos en los pacientes con tumores irresecables, sin posibilidad de intervención quirúrgica. El logro más importante consiste en conseguir que estos pacientes se conviertan en candidatos quirúrgicos; en otras ocasiones, también cabe la posibilidad de proporcionar opciones de tratamiento curativo en candidatos no quirúrgicos y mejorar la supervivencia del paciente con un enfoque paliativo o incluso curativo.

Entre las terapias aplicadas destacan las terapias transcatéter, como la embolización de la vena porta, la quimioterapia con infusión de la arteria hepática, la quimioembolización transarterial y la radioembolización, así como las técnicas intersticiales, en particular la ablación por radiofrecuencia como la técnica más comúnmente aplicada.

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